jueves, 25 de abril de 2013

ANTES Y DESPUÉS DEL TANGO EN MEDELLÍN

"Por una cabeza"

Carlos Gardel "el Zorzal Criollo"
Ícono del tango en Medellín

ANTES

El Tango fue en sus inicios el género que acogieron las clases bajas en Medellín gracias a la identificación con sus letras melancólicas, arrabaleras y un tanto burdas para la época. La muerte de Gardel en la ciudad es sin duda un acontecimiento que marca un antes y un después en el auge de este ritmo originario de Argentina; es en ese momento, en el que la población comienza a apropiarse del género y a construir una tradición que se conservaría incluso con el apogeo de otros géneros musicales.



Imagen de Carlos Gardel ubicada en la entrada
de la Casa Gardeliana

La Carrera 45 es el lugar idóneo para explorar a fondo las memorias detrás de este Patrimonio Cultural. La Avenida Carlos Gardel, como también se le conoce, cuenta con muchos elementos que constituyen la tradición tanguera –estatua en honor al Zorzal Criollo, Casa Museo Gardeliana, Café Alaska, por mencionar algunos- y con varios personajes que de una u otra forma están comprometidos con la difusión del género y la permanencia de este en la vida de jóvenes y adultos.




Casa Gardeliana
Carrera 45 - Barrio Manrique
Medellín

Tomada de: picasaweb.google.com





DESPUÉS
El tango continúa siendo un componente esencial dentro de la historia de La 45. Aunque su popularidad no es la misma debido a la aparición de otros géneros musicales, la tradición que muchos se esfuerzan por mantener dan cuenta de la importancia histórica y cultural de las melodías de arrabal.

    La Casa Gardeliana es aún un referente necesario e importante en la historia del Tango en Medellín. ¿La razón? Es el recuento en imágenes más evocador y completo que puede encontrarse y que está abierto permanentemente a la ciudadanía de manera gratuita gracias a la Alcaldía. El Zorzal Criollo cobra vida en este lugar.




Casa Gardeliana actualmente
Carrera 45 - Barrio Manrique
Medellín

 Desde los colores de la fachada hasta el fondo del recinto, pueden leerse mensajes que aluden a sitios y personajes importantes en la construcción histórica de este género. 



Estatua en honor a Carlos Gardel




Por el estado en el que se encuentra, es posible deducir que esta imagen no representa la importancia que en su momento tuvo el homenajeado. Las placas que rodean la escultura están oxidadas –algunas incluso se han caído-. Este espacio se convierte entonces en lugar de paso para muchos o en el  punto de referencia para otros. 


Alumnos Casa Gardeliana

 Los niños se han convertido en protagonistas de la transformación y la permanencia del tango en la Avenida Carlos Gardel, y en general, en toda la ciudad. El interés y conocimiento que adquieren en sus clases de baile, hacen posible que se genere mayor conciencia en cuanto a las letras y las emociones a las que apela un género como este.

    Los referentes familiares, el vox pópuli y el peso de la historia sobre La Carrera 45, son los tres aspectos que contribuyen en mayor medida a mantener la tradición tanguera –pese a las modificaciones y nuevas apropiaciones del género-, conservando no solo las colecciones de discos y películas, sino los recuerdos que evocan las melodías, pues, aunque resulte extraño, la nostalgia por aquellos momentos que al parecer no volverán, son el principal aliciente de muchos a seguir escuchando las letras que por unos cuantos minutos harán un poco más nítidas las imágenes del pasado que amenazan constantemente con borrarse para siempre.

     Es evidente el cambio en las preferencias musicales de muchos habitantes de La 45 en la actualidad. No obstante, el aire de Tango se percibe todavía en lugares específicos (Casa Gardeliana, Alaska, Tangovía, entre otros) a pesar del aparente desinterés por cultivar  la tradición en el que se supone es el Epicentro del Tango en Medellín.

   El espacio público se convierte en el escenario donde se comparten los patrones culturales, donde interactúan los ciudadanos y se generan igualmente los cambios –positivos o negativos-, que afectan a toda la comunidad. 

     El Tango ya no es solo un género musical: es toda una historia de vida, producto de quienes plasman sus experiencias en las letras. La tradición parece resistir al paso del tiempo y sus consecuencias. El tango es nostalgia y recuerdo, es evolución y esencia…Las mismas calles lo dicen: “El Tango es un sentimiento triste que se baila”.




"Cambalache"
Enrique Santos Discépolo



PARQUE BOLÍVAR COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA --- Parte 2


El Parque Bolívar es uno de los escenarios idóneos para el reconocimiento de las convenciones culturales como el factor más influyente en la percepción tempo espacial, en la producción de sensaciones y en el surgimiento de manifestaciones emotivas en los seres humanos. Es la cultura la que dicta los patrones de cómo reaccionar ante un fenómeno determinado; y aunque se encuentra en constante evolución, el enorme poder que ejerce sobre el hombre no ha cambiado con el tiempo, se fortalece aún más. La cultura genera identidad, conserva la tradición y las costumbres, pero ¿hasta qué punto le arrebata la individualidad al ser humano y la autonomía para interpretar la realidad de acuerdo a su propio juicio?

¿Por qué calificar al Parque Bolívar como sinónimo de violencia e inseguridad, cuando puede resaltarse el referente histórico en el que se ha convertido y aprovechar sus espacios para el progreso y el esparcimiento de toda una ciudad que crece con él?

Es evidente el concepto que tiene la ciudadanía con respecto a la Plaza Bolívar. Los conflictos que se presentan no puede simplemente ocultarse, pues son el principal motivo por el que este lugar pasó de ser un programa familiar a transformarse en un sector evitado por la población a causa del peligro que para muchos representa. La única excusa para acudir al Parque Bolívar es entonces la visita a la Catedral un domingo en la mañana, los conciertos de la Banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia o el Mercado San Alejo el primer sábado del mes.

Lo que hace aproximadamente medio siglo fue un lugar exclusivo para las clases más altas de Medellín, es hoy un espacio descuidado y desperdiciado (dada la cantidad de actividades que podrían llevarse a cabo para revivir la Plaza)… El Parque Bolívar ha dejado de ser novedad.

Sin embargo, es interesante analizar factores como la edad y las características socio-culturales en la mirada que cada individuo le da al lugar. Quienes crecieron asistiendo al Parque cada fin de semana, posiblemente conservan una conexión particular con él que los motiva a seguir acudiendo y, de una u otra forma, han sido testigos de las transformaciones el espacio conforme pasan los años. Por esta razón desarrollan cierto sentido de pertenencia con el lugar que desde hace décadas guarda las conversaciones entre amigos y las interminables horas de lectura acompañadas de un café.

No pasa lo mismo con las generaciones más jóvenes, quienes conocen el Parque Bolívar pero a través de lo que escuchan y no de lo que ellos mismos perciben. Este tipo de conocimiento no hace más que generar prejuicios y estigmas que poco contribuyen al reconocimiento de la Plaza como un lugar de esparcimiento y un referente histórico y cultural de la ciudad.

La realidad no puede negarse: el Parque  Bolívar es hoy una de las “partes feas” de Medellín, que solo se embellece con uno que otro evento cultural. Pero existe una realidad aun más preocupante: es el mismo abandono el que ha provocado esta transición de un lugar para la convivencia, a un lugar no para la violencia, sino para el OLVIDO.

¿Es realmente este el objetivo? ¿Ignorar lo que aparentemente no se puede cambiar es la estrategia que asegura el progreso y el desarrollo?

La ciudadanía es quien tiene la responsabilidad de revivir el Parque y generar un cambio. Es la gente la que con su presencia y apropiación de lugares públicos como este puede vivir la cultura y preservar los espacios de tradición histórica para las generaciones venideras. El Parque Bolívar tiene la capacidad  de participar activamente en el crecimiento de Medellín. No s trata de una transformación radical del lugar, sino de la integración de este con la ciudad y su desarrollo artístico, cultural y social.

Tomada de: http://www.rabodeaji.com


La mejor estrategia para erradicar la violencia es reconociendo el potencial de ciertos lugares para generar cultura, esparcimiento e interacción. Y dejando atrás los prejuicios que tanto ciegan la percepción. Entonces, ¿por qué no visitar el Parque hoy?



PARQUE BOLÍVAR COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA ---- Parte 1

Medellín es un lugar de historia y cultura. Cada espacio, cada percepción, cada mirada, construye una ciudad que se reinventa a diario: una ciudad que siempre tiene algo para contar.

Las calles guardan recuerdos especiales y únicos: fechas, acontecimientos y personajes que a lo largo de los años han ido tejiendo las memorias de una ciudad mágica y atrayente. Prueba de lo anterior es el lugar al que está dedicado este escrito: un parque que no tiene que inventarse “cuentos” para sorprender y quedarse en el alma: un parque que alberga cantidad de sensaciones…

Un parque que más que un parque, es una EXPERIENCIA.

“Villanueva”, “Nueva Población”, “Barrio Junín” o Parque Bolívar como se conoce en nuestros días, es un espacio público que permite la interacción de todo tipo de personalidades y por ende, el surgimiento de múltiples impresiones frente a lo que se ve, se escucha y, por qué no, frente a lo que se toca.

De manera que, la Plaza Bolívar puede convertirse en objeto de estudio de diferentes conceptos estéticos que, bien sea por prejuicios o por simple desconocimiento, no han sido aplicados a este lugar.

En un primer momento, y ante los ojos de muchos ciudadanos –y extranjeros-, el Parque no tiene ningún valor estético. El tipo de población que acude a él y los conflictos sociales que lo azotan, arrasan con cualquier atisbo de belleza que pueda presentarse. Sin embargo, en palabras de Katya Mandoki, “lo bello no es una cualidad de los objetos sino un efecto de la relación que el sujeto establece con el objeto desde un contexto social de valoración o interpretación particular” (Mandoki, 1997). De lo anterior se deduce que calificar como bello o no al Parque, depende de cada perceptor y de las características sociales y culturales desde las cuales emite este juicio. Es así como el fetiche de lo bello queda descalificado en la apreciación del Parque.




Son muchas las percepciones estéticas que se tienen sobre el
 Parque Bolíar. Aquí, el punto de vista de uno de los artesanos 
que trabaja en el mercado San Alejo


“Aislado de lo social, el arte no es arte, es nada… Los modos de vida transforman el arte y viceversa” (Mandoki, 1997). Las manifestaciones artísticas no representan solamente un objeto de entretenimiento para la población; el Parque como espacio destinado a la expresión libre de pensamiento y precepciones sobre el mundo, permite establecer una relación arte-vida y descubrir la interdependencia de estos dos aspectos. El contexto social, cultural y físico influyen enormemente en la forma que tienen los individuos de manifestarse artísticamente; un ejemplo que sirve de soporte para esta afirmación, es la diversidad que se aprecia en el Mercado San Alejo, y los modos de vida –de los que habla Katya Mandoki- que se ven reflejados en artesanías y muestras musicales.

La nacionalidad juega un papel igualmente importante en la producción del arte, pues las costumbres arraigadas a cada país, los acontecimientos históricos y las consecuencias sociales de los mismos, modifican las expresiones artísticas y la forma en que son apreciadas en un contexto determinado. De esta manera, en un lugar como el Parque Bolívar, y más específicamente en un evento como el San Alejo, existen múltiples formas de interpretar la realidad a través del trabajo manual y las composiciones musicales; y se hace aun más evidente que sería imposible hablar de arte y vida como aspectos que viven separados dentro de los seres humanos; por el contrario, los cambios que surjan en uno afectarán la forma de ver el otro.

Pero entonces… ¿qué sería el arte sin todo aquello que puede provocar al espectador? Y no solo el arte: ¿Qué significado tendría la Plaza Bolívar sin la cantidad de emociones que despierta constantemente en sus visitantes?

Es aquí entonces donde la sensibilidad comienza a ejercerse; y las sensaciones a padecerse. Bien sean positivas o negativas, las reacciones a nivel fisiológico y emocional que puede llegar a producir el Parque son innegables, sobre todo para quienes consideran este lugar una parte importante de su historia de vida. Pueden originarse en cosas tan simples y aparentemente fútiles como el encuentro con un mendigo o las conversaciones airadas de un grupo de señores que discuten en torno a una noticia, un suceso acontecido décadas atrás o cualquier otro tema que sirva de excusa para pasar el tiempo en la Plaza. Asimismo, un olor puede producir fácilmente un significativo recuerdo o una desagradable punzada en el vientre. En ese orden de ideas, los sentidos constituyen la aparición de las sensaciones; la historia y la cultura dan pie a las relaciones sensibles. Y todas las anteriores confluyen en las diferentes experiencias que un visitante tiene con respecto al inicialmente llamado Barrio Junín.

El sonido de las aves o los acordes de una guitara; la imponencia de la Catedral Metropolitana o la estatua ecuestre del Libertador, son solo posibles ejemplo dentro de las incontables razones para que la apreciación del Parque se convierta en un verdadero acontecimiento.

No obstante –y con base en lo mencionado inicialmente-, para gran parte de la población sería prácticamente una locura afirmar que el Parque posee elementos estéticos; esto debido a la situación de violencia y abandono en la que se encuentra.
Pues bien, esta gran parte de la población sufre lo que se denomina “El Síndrome de Candide”, esa exclusiva disposición a lo bello y lo bueno, que descuida todo aquello que pueda ser calificado como desagradable. Dicha exclusividad es simplemente absurda, dado que lo grotesco, lo burdo, lo fétido, están tan inmersos en la cotidianidad como lo hermoso, lo sofisticado y lo placentero. Es más, ¿quién dice que el olor nauseabundo que en ocasiones tiene el Parque, o las expresiones soeces de un mendigo al no recibir dinero de los visitantes, no pueden producir mayor cantidad de sensaciones y experiencias estéticas que cualquier olor refinado u obra teatral culta?

¡Lo hacen! Pero el ser humano se ha encargado de reprimirlas.



Tomada de : http://www.rabodeaji.com
PARQUE BOLÍVAR

               
ANTES


El Parque Bolívar es un parque urbano inaugurado en el año 1892, que está ubicado en el centro de nuestra ciudad. Tiene una carga histórica bastante importante, gracias a la imponente Catedral Metropolitana y al teatro Lido, dos referentes esenciales a la hora de hablar de cultura en Medellín.

El nombre de este lugar es un homenaje al Libertador Simón Bolívar. De hecho, las calles que rodean el parque llevan el nombre de ciudades y países importantes en la vida de este personaje: Ecuador, Junín, Venezuela, Caracas, Perú, Bolivia.

En sus inicios, el Parque Bolívar era un lugar exclusivo para las familias más ricas de la ciudad. Sin embargo, hacia la década de los 90, comenzó a ser reconocido como uno de los lugares más peligrosos por el deterioro que sufrió a causa de bandas de delicuentes.

Fotografía del año 1932 
Tomada de: http://bolivaryotrosimones.wordpress.com


Vista del Parque en 1923
La pila de bronces fue traída desde Nueva York pero fue reemplazada por la 
Estatua de Simón Bolívar y llevada al Hospital San Vicente
Tomada de: http://bolivaryotrosimones.wordpress.com


DESPUÉS

Mercado San Alejo
(primer sábado de cada mes)
Tomada de : http://bolivaryotrosimones.wordpress.com


Representaciones musicales en el mercado San Alejo



El San Alejo también es una oportunidad para que visitantes
 extranjeros ofrezcan sus productos. Este es el caso de una pareja de argentinos
que trabajan el macramé para elaborar sus productos.

Desde el año 2000, la población empezó a preocuparse por la restauración del parque con el fin de que la gente volviera a apropiarse de él. Se instaló el CAI en el año 2001 para aumentar la seguridad y en el año 2006 se hicieron actividades pedagógicas para cambiar la concepción que se tenía del parque.
El mercado San Alejo, realizado el primer sábado de cada mes, y los conciertos de la Banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia, le han devuelto al parque su gente, la posibilidad de que nativos y extranjeros acudan al lugar para disfrutar de diferentes actividades culturales.

No obstante, es menester decir que pese a los esfuerzos por mejorar la calidad del Parque, gran parte de la población conserva ciertos temores que le impiden asistir al mismo. La ubicación, las condiciones de vida de varios vecinos del sector, y el caos que muchas veces se percibe en la zona céntrica de Medellín, son las principales razones para que la gente no se apropie del espacio público.

Sin duda, educar a la población en la adecuada apropiación de los espacios históricos y culturales de la ciudad, sería una buena estrategia para llamar a la integración y la buena convivencia en una ciudad que le apunta al PROGRESO en todos los ámbitos.


Estatua ecuestre del Libertador Simón Bolívar 
Diseño a cargo del escultor italiano Giovanni Anderlini
Tomada de : http://www.rabodeaji.com



ANTES Y DESPUÉS DEL TEATRO EN MEDELLÍN

ANTES

Teatro Bolívar


Tomado de: Google imágenes

Uno de los lugares esenciales a la hora de hablar de teatro en Medellín es sin duda el Teatro Bolívar, un espacio que estuvo presente en nuestra ciudad desde el Siglo XIX. En 1919, con la remodelación a cargo de la Sociedad de Mejoras Públicas (bajo la responsabilidad de Horacio Rodríguez) y los arquitectos de la firma Olarte Vélez, toma finalmente el nombre de Teatro Bolívar.
El lugar tenía una capacidad para 1278 asistentes. Dentro de las actividades programadas, se encontraban conferencias, recitales poéticos y conciertos. Las representaciones teatrales fueron parte importante en la tradición de los habitantes de la ciudad. Comedias y dramas eran interpretados por aficionados y profesionales.

Pese a la vasta actividad cultural que traía un espacio como el Teatro Bolívar, las campañas no fueron suficientes para que en 1954, se demoliera el teatro.

Fuente: http://www.viztaz.com.co

Tomado de: Google imágenes

Tomado de: Google imágenes




Es desconcertante enterarse de tantos patrimonios  culturales que han sido destruídos en Medellín, arrebatándole al pueblo la oportunidad de conocer su historia, de saberse habitantes de una ciudad que siempre se ha  caracterizado por el  desarrollo y la promoción de su cultura. ¿Cómo pretender que los ciudadanos se apropien de los lugares emblemáticos, si estos últimos no son conservados y preservados como patrimonios que son?


DESPUÉS


Con la demolición del Teatro Bolívar, las tablas no desaparecieron en Medellín. Hoy contamos con cantidad de colectivos teatrales que se posicionan como una de las actividades culturales favoritas de los ciudadanos. Aquí no importa la edad, importa el efecto y las MÚLTIPLES SENSACIONES que despierta una obra, la forma como transforma y educa.

El teatro en nuestra ciudad es motivo de integración, de disfrute; es una oportunidad para compartir y dejarse llevar por el hilo de una historia e involucrarse completamente en ella. 
Si de vivir la ciudad se trata, hay que ir a teatro. Para esto, una pequeña guía de algunos colectivos teatrales que seguro le interesarán:


TEATRO MATACANDELAS

Tomada de: http://www.matacandelas.com
Calle 47 No. 43 - 47 
Centro de Medellín



TEATRO LIDO

Tomada de: http://www.festivaldepoesiademedellin.org
Carrera 48 No. 54 - 20
Parque Bolívar - Medellín


 http://commons.wikimedia.org 

CASA TEATRO EL POBLADO


Tomada de: www.facebook.com

Carrera 47B 17a sur-42
Poblado- Medellín
PARQUE BERRÍO


ANTES




Llamado anteriormente Plaza Principal, el Parque Berrío ha sido siempre un punto de encuentro emblemático en la ciudad. Los feligreses coincidían allí antes de asistir a la Eucaristía.


Entre los años 1784 y 1892, el Parque fue escenario de actos públicos y políticos y, al igual que el Parque Bolívar, era lugar de encuentro de las clases más favorecidas de las sociedad.
El 29 de junio de 1895 se inaugura la estatua de Pedro Justo Berrío, de ahí que su nombre cambiara de Plaza Principal  a Parque Berrío.


Tomada de: http://coedculveronica.blogspot.com




DESPUÉS


Tomada de: http://www.elgrifo.co


El Parque Berrío sigue siendo un lugar de encuentro para los habitantes de Medellín. El hecho de contar con una estación del Metro, favorece el tránsito de gran cantidad de personas, llenando este espacio de vida y constante movimiento.

Las manifestaciones musicales son igualmente un aspecto destacable, pues no es extraño ver un grupo de personas reunidas en torno a un trío de guitarras que entonan con sentimiento una canción popular.







Los Hare Krishna del Centro Cultural Govinda´s, también hacen parte de este escenario, pues realizan el Harinam Sankirtan a diario, cantando sus mantras con energía e invitando a los transeúntes a recibir el mensaje de Krishna y visitar el Templo. Aunque hay quienes son intolerantes a este tipo de manifestaciones religiosas, la presencia del Vaisnavismo en el Parque Berrío es parte de la diversidad cultural que caracteriza a Medellín.

Harinam Sankirtan (interveción en el espacio público)
en el Parque Berrío





El canto de mantras es una de las formas de establecer una conexión con la deidad

Parque Berrío: Un lugar más que genera identidad.